BULA DE NOMBRAMIENTO
DEL NUEVO OBISPO AUXILIAR
DE LA DIÓCESIS DE ROMA
SERVVS SERVORVM DEI
Y estableció en la Iglesia primero apóstoles, luego profetas, después maestros; luego dones de milagros, dones de sanidades, ayudas, gobiernos…” (cf. 1 Co 12,28).
Desde el inicio de la Iglesia, el ministerio apostólico es compartido por todos aquellos hombres que, siendo movidos por la gracia del Santo Espíritu, se convierten en colaboradores fieles en la edificación de la comunidad y en el anuncio del reino de Dios. Así como Pablo, quien tuvo de compañero al fiel Timoteo y Pedro, quien tuvo a Marcos, también el Obispo de Roma se ve encarecidamente auxiliado en su responsabilidad pastoral por aquéllos hombres que, llenos de obediencia, fe y celo apostólico, aceptan con valentía el peso de transmitir el Evangelio y la cruz del servicio.
Siendo el Papa, Obispo de Roma y a la vez un pastor universal de toda la Iglesia, es necesario que en el gobierno de su amada diócesis cuente con el apoyo y servicio de otros pastores que ayuden a atender a los miembros de su comunidad, escuchar a los sacerdotes y alentar a los consagrados y todo miembro, tanto hombres como mujeres que viven en la ciudad eterna, ciudad que se convierte en el centro espiritual del orbe católico.
Tú, mi amado hijo, Christian Montaño, te has distinguido siempre y fielmente por mantener una fidelidad a la Iglesia, tu gran capacidad de escucha y de cercanía pastoral. Durante todo tu caminar como presbítero, le has demostrado a este humilde pastor, que cuentas con una madurez, tanto humana como espiritual, que mantienes una entrega generosa y un corazón que siempre está dispuesto a servir.
Por tanto, habiendo considerado muy atentamente tu idoneidad y mantener atenta escucha con el Dicasterio para los Obispos, con toda plenitud de nuestra autoridad apostólica te NOMBRAMOS OBISPO AUXILIAR DE LA DIÓCESIS DE ROMA, con todos los deberes y derechos que son inherentes a esta dignidad, según lo establecido por el derecho canónico (cf. CIC, can. 403 §1).
Querido hijo, recuerda que “el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor” (cf. Mt 20,26). Vive tu ministerio como un servicio generoso y humilde al pueblo de Dios, en comunión fraterna con los demás obispos auxiliares y con el Cardenal Vicario, colaborando fielmente con el ministerio universal del Romano Pontífice, a quien se le ha confiado confirmar a sus hermanos en la fe (cf. Lc 22,32).
Mi amado hijo, el obispo auxiliar participa plenamente de la solicitud pastoral del Obispo diocesano, y, es en Roma, donde esta responsabilidad se reviste de otro carácter aún más lleno de profundidad por ser el Sucesor del Apóstol Pedro. Comprende que no eres llamado a gobernar por ti mismo, eres llamado a ser un gran y fiel colaborador en fraternidad, a sostener con tu testimonio y a ser una presencia viva de Cristo en medio de los miembros que te sean encomendados.
Mantén siempre en tus recuerdos que el episcopado no es un honor, el episcopado es un servicio; no es un privilegio, es un signo de entrega. Sé cercano a todos los miembros, desde el más antiguo hasta el más nuevo, sé consuelo para aquellos que sufren y sé un guía seguro para aquellos que buscan a Dios.
Confío este nuevo ministerio al maternal amparo de la Santísima Virgen María, Salus Populi Romano, a los santos apóstoles Pedro y Pablo, patronos de esta Iglesia, y a todos los mártires que fecundaron con su sangre esta sagrada tierra.
Secretario del Dicasterio para los Obispos