21 marzo 2025

Constitución Conciliar "GENS SANCTA" | Sacro Concilio Paulino

  
SACRVM CONCILIVM PAULINVM

CONSTITUCIÓN CONCILIAR
“GENS SANCTA”
SOBRE EL EJERCICIO DEL 
SACERDOCIO EN MINECRAFT

BENEDICTVS, EPISCOPVS
PRIMAS ITALIÆ ET ARCHIEPISCOPVS PROVINCIÆ
ROMANÆ                            METROPOLITANVM
DOMINVS STATVS VATICANÆ CIVITATIS
SERVVS SERVORVM DEI
VICARII FILII DEI

UNA CVM SACROSANCTI CONCILII
AD PERPETUVM REI MEMORIAM

PREÁMBULO 
INTRODUCCIÓN

1. El pueblo de Dios ha sido convocado en santidad desde tiempos inmemoriales, distinguiéndose como “una estirpe escogida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para anunciar sus maravillas” (Cf. 1Pe 2,9). Esta elección no es un mero privilegio, sino una llamada al servicio perpetuo del Evangelio, comprometiéndonos a proclamar sin descanso la Buena Nueva de nuestro Redentor.

Desde la Antigua Alianza, la figura del sacerdote ha sido instituida por el Altísimo como mediador entre Dios y los hombres. Su misión consiste en “servir y bendecir en el nombre del Señor” (cf. Dt 21,5) y ofrecer expiación por aquellos que han incurrido en el pecado, para que sean absueltos de sus faltas (Cf. Nm 15,28).

En la plenitud de los tiempos, Jesucristo, Verbo Encarnado, proclamó la llegada del Reino y en su propia Persona lo estableció en el mundo. Llamó a hombres y mujeres para seguirle, y de entre sus discípulos, eligió a Doce, quienes fueron constituidos como Apóstoles (cf. Mc 3,14). El sacerdocio, que en Cristo encuentra su fuente y consumación, ha sido transmitido a través de los Apóstoles y sus sucesores. El mismo Señor, consagrado por el Padre y enviado al mundo (cf. Jn 10,36), confirió a los Apóstoles la misión de perpetuar su obra. Estos, a su vez, instituyeron legítimamente a sus sucesores en distintos grados de ministerio (LG 
25,26,27).

Considerando la naturaleza divina del sacerdocio, este Sagrado Concilio se propone reflexionar sobre su ejercicio en el universo digital, con especial énfasis en su aplicación dentro del ámbito de la Santa Iglesia de Minecraft. Reconocemos la importancia de este ministerio en la evangelización del mundo virtual, comprendiendo su servicio como una ofrenda de sí mismo para ser instrumento de la misericordia de Dios.

Mons. Kevin Card. Miranda, Presidente de la Comisión Conciliar para la Naturaleza Eclesial.
Mons. Antonio Card. Esteban, Auxiliar de la Comisión Conciliar.
Mons. Jesús Card. Ortiz, Auxiliar de la Comisión Conciliar.
Mons. Junior Gamboa, Relator de la Comisión Conciliar.

CAPÍTULO I 
EL SACERDOCIO A TRAVÉS DE LA HISTORIA 
Y SUS MANIFESTACIONES

MELQUISEDEC Y AARÓN

3. Desde los albores de la humanidad, el Altísimo ha elegido a ciertos varones para que, consagrados a su servicio, rindan culto a su Nombre y ofrezcan sacrificios en su honor. Entre ellos se destaca Melquisedec, rey y sacerdote del Dios Altísimo, quien presentó pan y vino ante Abraham tras su victoria sobre los reyes enemigos y lo bendijo (Cf. Gn 14,18). Esta prefiguración de la Eucaristía revela el sacerdocio como un ministerio instituido para glorificar a Dios y otorgar su bendición al mundo (Cf. Dt 21,5).

“Llama a tu hermano Aarón y conságralo junto con sus hijos Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar, para que me sirvan como sacerdotes” (Ex 28,1).

En el tiempo de la esclavitud en Egipto, Israel clamaba por la liberación, y cuando al fin fue conducido fuera de aquella tierra (Cf. Lv 11,45), carecía de una identidad religiosa plenamente consolidada. En su amor providente, Dios instituyó el sacerdocio aarónico, concediendo a Aarón y su descendencia la misión de servir como mediadores entre Él y su pueblo.

En los días del desierto, cuando Israel erraba durante cuarenta años, muchos de entre ellos cayeron en la idolatría y se apartaron del Señor (Cf. Ex 32,4-7). Sin embargo, la tribu de Leví permaneció fiel, combatiendo la infidelidad y preservando el culto verdadero. Por esta razón, Dios la consagró para el servicio del templo, instituyendo una casta sacerdotal que, bajo la dirección de Aarón, ministraría en su nombre (Cf. Lv 1,10-11).

EL NUEVO SACERDOCIO: REGIO Y COMÚN

4. Por encima del sacerdocio ministerial, que es un don conferido para la edificación del Cuerpo de Cristo, se encuentra el sacerdocio común de todos los bautizados. Pues Jesucristo, Sumo Sacerdote y Rey, ha hecho de su pueblo “un reino de sacerdotes para su Dios y Padre” (Ap 1,6; Cf. 5,9-10).

Todos los que han recibido el bautismo han sido sellados por el Espíritu Santo y consagrados para ser morada de Dios. Así, mediante sus vidas, están llamados a ofrecer sacrificios espirituales, proclamando la gloria de Aquel que los trasladó del reino de las tinieblas a su luz admirable (Cf. 1Pe 2,4-10).

5. San Pedro describe a los bautizados como piedras vivas, edificadas sobre Cristo, la piedra angular, formando un templo espiritual (1Pe 2,4). El Concilio Vaticano II reafirma esta realidad diciendo: "Por el bautismo y la unción del Espíritu Santo, los fieles son hechos templos vivos de Dios" (LG 10).

El Espíritu Santo unge a cada bautizado, imprimiéndole un sello imborrable (Cf. 2Co 1,21-22), conformándolo a Cristo y haciéndolo participante de su misión. Así, cada cristiano puede proclamar con convicción: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y enviado a anunciar la Buena Nueva" (Lc 4,18-19; Cf. Is 61,1-2).

DE LA PARTICIPACIÓN EN EL MUNUS PASTORAL Y PROFÉTICO

6. Los fieles laicos participan en el munus sacerdotal, mediante el cual Jesucristo se ofreció a Sí mismo en el sacrificio de la Cruz y continúa ofreciéndose en la Eucaristía, para la gloria del Padre y la salvación de la humanidad. Incorporados en Cristo, los bautizados se unen a Él en su entrega, ofreciendo sus vidas y obras como oblación espiritual (Cf. Rm 12,1-2).

7. Asimismo, participan en el munus profético de Cristo, quien anunció el Reino del Padre con palabras y obras (LG 35). Unidos a Él, el Gran Profeta (Lc 7,16), los fieles son llamados a ser testigos de la fe en el mundo, anunciando la Verdad sin temor y denunciando el mal. Así, iluminados por el Espíritu, reflejan la luz del Evangelio en su vida cotidiana y en la realidad virtual, proclamando con esperanza el triunfo del Reino de Dios.

CAPÍTULO II
ANALISIS ACTUAL

LA NATURALEZA DEL CLERO Y SU VINCULACIÓN JERARQUICA

8. El sacerdocio ministerial, instituido por Cristo en la Última Cena (cf. Lc 22,19-20), no es una vocación individualista ni una simple función administrativa, sino una participación en la misma misión redentora de Cristo. La Iglesia enseña que el sacerdote actúa in persona Christi Capitis (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1548), lo que implica una identificación real con el mismo Cristo, Cabeza de la Iglesia.

9. Uno de los desafíos contemporáneos que afectan la vida eclesial es la deficiencia en la comunión efectiva entre el clero y la jerarquía episcopal. En repetidas ocasiones se han observado iniciativas personales que no han contado con la debida autorización del legítimo pastor, lo cual ha dado lugar a situaciones irregulares. La obediencia sacerdotal no es una sumisión ciega, sino una participación en la misma obediencia de Cristo al Padre (cf. Jn 6,38; Flp 2,8). "La comunión con el obispo es un aspecto esencial de la identidad presbiteral" (Ratio Fundamentalis, 88), pues sin ella el ministerio pierde su sentido de unidad en el Cuerpo de Cristo

LA PASTORAL COMO EXPRESIÓN DE LA MISIÓN SACERDOTAL

10. El ministerio sacerdotal no puede reducirse a una estructura burocrática ni a funciones litúrgicas aisladas. Como pastores del rebaño de Cristo, los sacerdotes han de ser signos vivos de la presencia del Buen Pastor en medio de su pueblo (cf. Jn 10,11). En este contexto, es fundamental recordar que la acción pastoral no debe limitarse a lo visible o presencial; más bien, ha de extenderse a todas las realidades donde haya almas que necesitan del Evangelio. La evangelización en los espacios digitales y en los ambientes periféricos es tan real y necesaria como en los templos físicos, pues la Iglesia es "sacramento universal de salvación" (Lumen Gentium, 48).

LA OBEDIENCIA Y LA HUMILDAD COMO FUNDAMENTOS DEL MINISTERIO

11. Para fortalecer la vida sacerdotal, es esencial reafirmar constantemente el compromiso asumido en la ordenación. La obediencia, lejos de ser una carga, es el camino que garantiza la fidelidad a la misión confiada por Cristo a su Iglesia. "La obediencia del presbítero es una expresión de su pertenencia a Cristo" (Pastores Dabo Vobis, 28)

12. La humildad es también una virtud esencial en el ministerio sacerdotal. En un mundo que exalta la autosuficiencia y el individualismo, el sacerdote debe recordar que su grandeza no radica sólo en el conocimiento intelectual, sino también en su capacidad de servir. Como enseña Cristo: "El que quiera ser el primero entre vosotros, que sea vuestro servidor" (Mt 20,27). La vida de los ministros de Dios debe reflejar esta verdad evangélica, pues el sacerdocio es, ante todo, una entrega incondicional por la salvación de las almas.

LA CENTRALIDAD DE LA EUCARISTIA EN LA VIDA DEL SACERDOTE

13. Algunos sacerdotes han manifestado dudas sobre la necesidad de celebrar la liturgia cuando la asistencia de fieles es mínima. Sin embargo, se debe recordar que la eficacia de la Eucaristía no depende del número de asistentes, sino de la acción misma de Cristo en su sacrificio redentor (cf. Sacrosanctum Concilium, 7). La celebración de la Eucaristía es el centro y la raíz de la vida sacerdotal, y omitirla por razones meramente pragmáticas revela una desconexión con la identidad profunda del ministerio. Como exhorta San Juan Pablo II, "el sacerdote es ante todo ministro de la Eucaristía" (Ecclesia de Eucharistia, 31), y en ella encuentra la fuente de su fecundidad apostólica.

CAPÍTULO III
EL EJERCICIO DEL SACERDOCIO EN MINECRAFT

LA MISIÓN DE LOS SACERDOTES VIRTUALES 

14. La misión de la Iglesia en el mundo digital, no es una invención humana ni una mera respuesta a la modernidad, sino que responde al mandato divino de llevar el Evangelio a todas las naciones, "id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mt 28,19). La presencia de los sacerdotes virtuales en este ámbito tiene como objetivo reflejar la gloria de la Iglesia. De esta manera, la misión de los sacerdotes virtuales se asemeja profundamente a la de los sacerdotes reales, ya que ambos tienen como tarea principal hacer presente a Cristo en la vida de los fieles. En palabras de San Pablo, "porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, que es Jesucristo" (1 Cor 3,11), y es en Él donde reside la verdadera esencia del ministerio sacerdotal, tanto en el mundo físico como en el digital. Así, los sacerdotes virtuales, aunque en un entorno diferente, continúan siendo instrumentos de Dios para acercar a los hermanos a su Salvador.

15. En este sentido, el sacerdocio de los sacerdotes virtuales no es un sacerdocio "menos verdadero" que el de los sacerdotes reales, como algunos podrían pensar, sino que, a través de su misión, participan plenamente en la tarea de edificar el Cuerpo de Cristo. "El pueblo cristiano, en su totalidad, es sacerdote, profeta y rey" (LG 34), y todos los miembros de la Iglesia, incluidos los sacerdotes, están llamados a ser ministros de la reconciliación y de la gracia de Dios, como nos recuerda San Pablo: "Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros" (2 Cor 5,20). Esta misión sacerdotal debe brotar de un corazón que se ha configurado plenamente con el Corazón de Cristo, el Buen Pastor, quien, como nos dice el Evangelio, "ha venido para que tengamos vida, y vida en abundancia" (Jn 10,10). El sacerdote  virtual, debe reflejar la entrega total que Cristo hizo por la humanidad, y esa entrega se realiza siempre con alegría y gratuidad, porque en la donación de uno mismo, el sacerdote encuentra una conformación más perfecta con el Corazón de Dios.

16. La misión sacerdotal es, por tanto, difundir el amor de Dios por medio del pueblo. La comunidad, tiene la responsabilidad de perfeccionar a los cristianos en la obra de edificación del Cuerpo de Cristo. El Magisterio de la Iglesia, como lo expresa el Papa Francisco, nos recuerda que "la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida de los que se encuentran con Jesús" (EG 1), y este encuentro debe ser, tanto en el mundo físico como virtual, una experiencia transformadora. El sacerdote virtual, como el sacerdote real, debe ser un puente entre el Evangelio y el pueblo de Dios, y debe hacerlo con el mismo ardor misionero que los apóstoles, quienes, como nos recuerda el mismo Papa "salieron a las periferias para llevar la luz del Evangelio" (EG 20). Así, la evangelización en el mundo virtual se convierte en un campo fértil donde la Iglesia puede seguir creciendo y alcanzando nuevas fronteras, llevando a los hombres a la reconciliación con Dios y con la Iglesia.


EL SACERDOTE VIRTUAL Y EL MAGISTERIO

17. El Magisterio de la Iglesia, en su sabiduría, nos ha enseñado que el sacerdocio tiene una esencia que no cambia. En este sentido, el Papa Benedicto XVI, en su carta apostólica Porta Fidei, nos dice que "la fe cristiana es una fe en un acontecimiento, en una persona: en Jesucristo, Hijo de Dios, muerto y resucitado" (PF 13). Esta es la verdad central de la fe que debe ser predicada, no importa el medio. La evangelización en el mundo digital debe ser, por tanto, una extensión de esa verdad eterna que ha sido transmitida a lo largo de los siglos. La misión de los sacerdotes virtuales, en este sentido, es un acto de fidelidad al mandato de Cristo de ser "luz del mundo" (Mt 5,14), pero esta luz debe estar guiada por la verdad de la fe y la unidad sacramental.

EL SACERDOCIO VIRTUAL COMO COMPLEMENTO, NO SUSTITUTO

18. Por último, es importante recordar que el sacerdocio virtual no sustituye ni reemplaza la función del sacerdote legítimamente ordenado en la realidad. Este sagrado Concilio ha enseñado claramente que los sacramentos requieren la presencia física del sacerdote, como se afirma en el Catecismo de la Iglesia Católica: "La Eucaristía, el sacrificio de la Misa, es el corazón y el centro de la vida cristiana" (CEC 1324). Sin embargo, el sacerdote virtual puede complementar esta misión, ofreciendo orientación, formación y apoyo espiritual a los hermanos, y ayudando a mantener viva la fe de los hombres en todos los confines del orbe.

19.
En este sentido, la Iglesia debe integrar de manera prudente el uso de las herramientas digitales, para que el sacerdocio virtual sea un medio legítimo para cumplir la misión encomendada por Cristo, siempre en consonancia con la tradición y la sacramentalidad de la Iglesia. "La Iglesia tiene el deber de estar presente en todos los ámbitos de la vida humana, sin perder de vista su misión espiritual" (GS 42). La misión del sacerdote virtual es, por tanto, un acto de fidelidad a esta enseñanza, una forma de evangelización que no niega lo sacramental, sino que lo complementa, ayudando a las personas a vivir su vocación cristiana.

CAPÍTULO IV
UNIDAD Y OBEDIENCIA

LA UNIDAD Y OBEDIENCIA EN LA IGLESIA

20. Al recibir el sacramento del Orden, los sacerdotes hacen un compromiso solemne de fidelidad y obediencia ante la autoridad legítima de la Iglesia, particularmente hacia el obispo, quien es el pilar fundamental de la unidad eclesial. Esta obediencia no es simplemente un acto humano, sino una respuesta al Espíritu Santo que inspira a la autoridad eclesiástica. "El obispo, como cabeza de la Iglesia particular, tiene, por mandato de Cristo, la misión de enseñar, santificar y gobernar en su diócesis" (Lumen Gentium, 27). De igual manera, el Papa, sucesor de San Pedro, merece nuestra obediencia más plena, pues su misión de confirmar a sus hermanos en la fe es vital para la unidad del Cuerpo de Cristo.

21. Sin embargo, la obediencia cristiana no debe entenderse como una sumisión ciega. Aunque los sacerdotes, obispos y otros miembros de la Iglesia están guiados por el Espíritu Santo, todos somos conscientes de nuestra humanidad y de la posibilidad de errar. La obediencia, por tanto, no excluye el derecho a reflexionar y discernir sobre las decisiones tomadas, siempre en un espíritu de caridad y con el propósito de edificar el Reino de Dios. San Pablo nos recuerda: "Sométanse unos a otros en el temor de Cristo" (Ef 5,21), lo que implica una obediencia que es siempre libre y amorosa, no una imposición.

22. La obediencia no solo es un acto de humildad, sino también una respuesta amorosa a Dios que obra a través de la autoridad legítima. La unidad en la Iglesia es posible solo cuando todos los miembros, bajo la guía de sus pastores, reconocen que "Cristo es la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1,18). Así, la obediencia a la autoridad eclesiástica se convierte en un medio para vivir en comunión con Cristo y con los demás. No se trata de una carga, sino de un camino hacia la libertad auténtica que Cristo nos ofrece. Esta obediencia, lejos de ser una limitación, nos orienta a vivir en unidad, siguiendo el ejemplo de Cristo, quien, "siendo en forma de Dios, no consideró ser igual a Dios como algo a lo que aferrarse, sino que se despojó de sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres" (Flp 2,6-7).

EN LA IGLESIA EN MINECRAFT

24. En nuestra comunidad virtual, la obediencia y la unidad deben ser vividas de manera igualmente auténtica, con un respeto mutuo y un compromiso con el bien común. El uso de estas herramientas debe ser guiado por los principios que propone la Iglesia, ya que, como nos enseña el Catecismo, "la unidad eclesial no es simplemente una estructura de poder, sino una comunión en la que todos los miembros participan del mismo Espíritu" (CEC 813). Entre nosotros la obediencia no debe ser vista como una limitación, sino como un servicio mutuo que favorece el bien de todos, como San Pablo nos instruye: "Nada hagan por rivalidad ni por vanidad, sino con humildad, considerando a los demás como superiores a ustedes mismos" (Flp 2,3).

LA UNIDAD Y OBEDIENCIA COMO SERVICIO A CRISTO Y SU IGLESIA

25. Finalmente, la unidad y la obediencia no son solo virtudes necesarias para el buen funcionamiento de la Iglesia, sino que son caminos hacia la santidad. Como nos enseñó Jesús: "Si alguien quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos" (Mc 9,35). La Iglesia no es una estructura de poder, sino una comunidad de servicio, en la que cada miembro, tanto en la realidad, como en nuestra comunidad virtual, está llamado a servir con humildad y obediencia. La obediencia es el camino para vivir esta vocación de servicio, y la unidad es el fruto de una obediencia que es siempre libre y amorosa, como Cristo nos enseñó al ser obediente hasta la muerte en la cruz.

26. En la Iglesia en Minecraft, donde las relaciones entre los hermanos pueden ser complejas, la obediencia se convierte en un medio para evitar el caos y construir una comunidad sólida en la fe. Como nos enseñó San Pablo: "Hermanos, les ruego por el amor de Dios que vivan en paz, con la misma mente y el mismo sentir" (1 Cor 1,10). La unidad en la Iglesia, debe ser siempre un reflejo de esa paz y de ese amor que provienen de Cristo, quien es nuestra cabeza y nuestro modelo de obediencia.

CONCLUSIÓN
CONSIDERACIONES FINALES

27. Este Concilio Sagrado, reunido bajo la autoridad petrina que se encuentra en el Santo Padre, el Papa, ha dedicado su atención, en esta Constitución, a reflexionar sobre la esencia del ministerio sacerdotal en el ámbito de la realidad virtual de Minecraft, nuestro medio de evangelización. Como pueblo elegido, somos llamados a proclamar las bienaventuranzas de Aquel que nos escogió entre los muchos. Él nos da la gracia de ser heraldos de Su Palabra y, especialmente, testigos vivos de Su presencia también en este juego. Más allá de la simple actividad lúdica, estamos llamados a ejercer nuestro ministerio como padres espirituales, guiando a aquellos que, con un corazón sincero, desean unirse a este apostolado y avanzar hacia la santidad a la cual todos somos convocados (cf. Mt. 5,48).

28. El sacerdote, en esta misión de evangelización virtual, es llamado a ser pastor, padre y maestro. Pastor, en tanto que gobierna y dirige el rebaño confiado a él, llevándolo por los caminos del Señor, y siguiendo el ejemplo de Cristo, dispuesto a dar su vida por las ovejas que le han sido encomendadas (cf. Jn 10,11). Padre, en su rol de ofrecer cuidado, acogida y orientación paterna, sin omitir la corrección fraternal cuando sea necesaria. Y también maestro, con la obligación de velar por la formación de aquellos que se confían a su guía, para que su pueblo no se pierda por falta de sabiduría (cf. Os 4,6). De este modo, el presbítero cumple con sus diversas funciones y ministerios dentro del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia, viviendo en plena unidad con sus hermanos, mostrando obediencia filial y comunión con aquellos que han sido establecidos como sucesores de los apóstoles, a través de la continua sucesión apostólica y bajo la autoridad plena del Vicario de Cristo en la tierra, el Sumo Pontífice.

Por la intercesión de la dulcísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, recibamos copiosamente los frutos de este Sagrado Concilio en la vida pastoral de la Iglesia.

 Benedictus Pp
Pontifex Maximvs

 Mons. Nicolás, Card. Quintero
 Mons. Jesús, Card. Ortiz
 Mons. Antonio, Card. Esteban
 Mons. Raffaele, Card. Vitali
 Mons. Kevin, Card. Miranda
 Mons. Ángel, Card. Castillo
 Mons. Mariano Villareal 
 Mons. Uriel García
 Mons. Nahim Ruiz
 Mons. Pablo Kynast
 Mons. Junior Gamboa
 Mons. Sebastián Merino
 Mons. Christian Romero