SACRO CONCÍLIO PAULINO
NOVENA CONGREGACIÓN GENERAL
AMBITO ECLESIOLOGICO
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A los veintiuno días del mes de febrero del año dos mil veinticinco, a las veinte horas, se reunieron los Padres Conciliares, fieles a la sana doctrina, en la inefable búsqueda de comprender la misión digital y expandir la evangelización sin perder de vista de ninguna manera los santos dogmas de fe proclamados por el Sagrado Magisterio, para la novena Congregación General del Concilio Paulino, en la cual se abordó el ámbito eclesiológico.
Se tuvieron los ritos iniciales y el solemne canto del Veni Creator Spiritus. A continuación, se dio inicio a los temas de la congregación, centrados en el ejercicio del sacerdocio en Minecraft: misión de los sacerdotes virtuales, unidad y obediencia, rehabilitación y excomunión de clerigos.
Tema 1: Misión de los sacerdotes virtuales
Mons. Kevin Miranda en representación de la Comisión Eclesiológica presentó la introducción al primer tema.
Monseñor Sebastián Merino tomó la palabra: Muy buenas noches, hermanos. Es un placer reunirnos en esta nueva comisión. Después de haber reflexionado sobre el tema, considero que la misión de los sacerdotes virtuales se asemeja, en cierta manera, a la misión de un sacerdote real. El desafío consiste en evangelizar, generar un espacio de oración y acercar a los fieles, incluso aquellos que no pueden asistir físicamente a la iglesia, a la experiencia de la fe. Como sabemos, el trabajo del sacerdote es guiar las almas hacia Cristo. Este mandato es igualmente aplicable a los sacerdotes virtuales, pues, como obispos, debemos recordarles la importancia de esta misión, sin olvidar su constante formación.
Monseñor Pablo Kynast prosiguió: Los sacerdotes en nuestra comunidad tienen la misión de transmitir el evangelio a través de sus celebraciones y diversas actividades. De esta manera, no solo fortalecen su propia fe, sino también la de los demás. Para que su trabajo sea fructífero, no debe limitarse solo a lo que ocurre dentro del templo. Sus prácticas deben guiarnos para ser mejores en nuestra vida diaria. Estoy convencido de que la iglesia también puede estar viva en este entorno virtual.
Monseñor Nicolás Card. Quintero tomó a continuación la palabra: En este primer tema que trata sobre la misión de los sacerdotes virtuales, quisiera reflexionar sobre cómo el ejercicio sacerdotal se ve hoy enriquecido por la irrupción de los espacios digitales. La presencia de sacerdotes en plataformas como la nuestra, en el entorno de Minecraft, no es un capricho tecnológico, sino una respuesta necesaria al mandato misionero de Cristo, un mandato que trasciende los tiempos y contextos, como nos enseñó San Pablo. Estos sacerdotes virtuales buscan adaptar el mensaje evangélico a un medio en el que la realidad está en constante cambio. Este tipo de evangelización demanda una reflexión teológica profunda, que no solo considere la adaptación de los ritos y sacramentos a un entorno virtual, sino también la preservación de la esencia de nuestra fe. La iglesia debe integrar tradición y modernidad, y reconocer que, aunque el medio digital presenta desafíos como la desmaterialización de la experiencia sacramental, también abre la posibilidad de llegar a comunidades distantes de los espacios eclesiales tradicionales. En este contexto, los sacerdotes virtuales actúan como puentes entre el evangelio y las nuevas formas de comunicación contemporáneas. Así, se abre una puerta para una presencia pastoral en la que la realidad física se complementa con una dimensión virtual, lo que, si se gestiona correctamente, puede ser tan auténtica como la experiencia comunitaria tradicional.
Monseñor Kevin Card. Miranda continuó: Buenas noches a todos. San Pablo, en su segunda carta a Timoteo, nos dice: "Predica a tiempo y a destiempo". Esta es una tarea fundamental de los sacerdotes. Como también ha dicho el Papa Francisco: “Salid a las periferias”, es decir, estar cerca de las ovejas, tanto en el mundo físico como en el virtual. Hoy en día, muchos sacerdotes llevan su mensaje de esperanza y aliento a través de medios virtuales, comentando el evangelio y reflexionando sobre él. Esta es una forma de acercar a las personas, incluso aquellas que no pueden asistir a un templo físico, a una relación con Cristo. Por ello, como comunidad, sacerdotes y obispos, debemos utilizar estas herramientas virtuales para continuar la misión de Cristo y predicar a tiempo y a destiempo.
Monseñor Nahim Ruiz tomó la palabra: En la era digital, la figura del sacerdote virtual emerge como una innovación tecnológica pastoral que merece una reflexión profunda. Este fenómeno plantea preguntas sobre la naturaleza del ministerio, la sacramentalidad y la comunidad eclesial. Los sacerdotes virtuales pueden ampliar el acceso a la fe, especialmente para las comunidades aisladas, los enfermos y aquellos que tienen dificultades para asistir a un templo. Sin embargo, el ministerio virtual no puede sustituir la presencia física del sacerdote en los sacramentos, como la Eucaristía, la confesión o la unción de los enfermos. Estas celebraciones requieren la presencia física del sacerdote. Aunque la virtualidad puede ofrecer orientación y acompañamiento espiritual, es fundamental no perder de vista la dimensión comunitaria presencial, que es esencial en la misión del sacerdote. La iglesia debe integrar de manera prudente esta nueva forma de evangelización, equilibrando la tecnología con la esencia del ministerio sacramental. El sacerdote virtual debe ser una herramienta complementaria, no un sustituto del ministerio real.
Monseñor Junior Gamboa continuó: Reflexionando sobre este tema, es evidente que la evangelización en el siglo XXI debe adaptarse a los avances tecnológicos. La iglesia, como en otras épocas, se está acostumbrando a los cambios para acercarse más a Cristo. Sin embargo, es crucial que no solo implementemos estas herramientas, sino que sepamos utilizarlas adecuadamente. La tecnología puede ser una bendición o un riesgo, dependiendo de cómo la empleemos. Es necesario estar preparados para usarla correctamente y con una formación sólida, de modo que podamos llevar a cabo una evangelización teológicamente correcta. Los sacerdotes y obispos debemos ser conscientes de los desafíos que presenta la tecnología, pero también de sus grandes oportunidades para acercar a más personas a Cristo. En última instancia, la misión de los sacerdotes virtuales no es solo una simulación, sino una forma de acercar los corazones de los cristianos a Dios.
El Santo Padre concluyó: La misión del sacerdote virtual debe reflejar la gloria de la iglesia, manteniéndose fiel a la misión de un sacerdote real. Aunque el sacerdocio en comunidades virtuales, como la nuestra en Minecraft, no cuenta con la sacramentalidad de los sacramentos, debe orientarse a la edificación del pueblo de Dios, promoviendo la fe. Los sacerdotes y diáconos de la iglesia tienen la responsabilidad de anunciar el evangelio, fortalecer a la comunidad y crecer en su propia vocación cristiana. En este sentido, el sacerdote virtual no debe ser visto como un reemplazo del ministro ordenado, sino como una expresión pedagógica y fraterna que ayuda a los fieles a profundizar en su fe y a buscar siempre la comunión plena con la iglesia real. Aunque los sacerdotes virtuales pueden ofrecer orientación y acompañamiento, deben ser siempre una ayuda para el fortalecimiento de la vida cristiana, sin pretender suplantar la vida sacramental.
Tema 2: Unidad y obediencia
Mons. Kevin Miranda en representación de la Comisión Eclesiológica presentó la introducción al segundo tema.
Monseñor Sebastián Merino tomó la palabra: Cuando nos convertimos en sacerdotes, hacemos un compromiso de fidelidad y obediencia ante el obispo, un pilar fundamental en la Iglesia. La autoridad legítima está inspirada por el Espíritu Santo, y por ello, nuestra obediencia debe ser constante, siguiendo siempre el ejemplo de Cristo, quien se sometió a la voluntad de su Padre.
Sin embargo, no debemos confundir obediencia con sumisión ciega. La obediencia no excluye la posibilidad de cuestionar ciertas decisiones, ya que, aunque estamos guiados por el Espíritu Santo, no estamos exentos de cometer errores. Como sacerdotes, podemos equivocarnos, y lo mismo ocurre con los obispos y otras autoridades eclesiásticas.
Siguiendo el mensaje de San Pablo en su carta a los Colosenses, reconocemos que Cristo es la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. En esta línea, el Papa, como sucesor de San Pedro, merece nuestra máxima obediencia. Como pastores, debemos transmitir estas enseñanzas a nuestros sacerdotes y seminaristas, fortaleciendo la unidad y la fidelidad dentro de la Iglesia.
Monseñor Pablo Kynast prosiguió: La unidad en la Iglesia es imposible sin obediencia. Sin embargo, obedecer no significa ser esclavo de la autoridad, sino reconocer que Dios nos guía a través de nuestros pastores.
Para seguir fielmente las enseñanzas de la Iglesia, es imprescindible sostenernos en los pilares de la unidad y la obediencia. Solo así podremos conducir a la comunidad por el camino correcto con firmeza y convicción. Estos principios no deben ser vistos como una carga, sino como la forma de orientar nuestras vidas hacia Cristo.
Monseñor Nicolás Card. Quintero tomó, entonces, la palabra: Podemos hacer una analogía entre la unidad en la Iglesia y la cooperación en un entorno virtual como Minecraft. La unidad se asemeja a la comunión de los creyentes bajo un mismo Espíritu, como nos enseña San Pablo en Efesios: "Un solo cuerpo, un solo Espíritu".
En una comunidad, la diversidad de talentos y funciones debe converger en un mismo propósito: la edificación del Reino de Dios. La obediencia, en este contexto, no es sumisión, sino una respuesta voluntaria y amorosa al llamado de Cristo, cabeza de la Iglesia. De la misma manera que en un juego cooperativo se siguen reglas y directrices para alcanzar un objetivo común, en la comunidad eclesial es necesario respetar la autoridad para lograr la unidad.
Monseñor Kevin Miranda continuó: Estamos llamados a vivir en unidad y obediencia a Cristo, cabeza de la Iglesia. Nuestra primera obediencia es con Él, y a través de Él, con quienes dirigen la Iglesia.
Debemos reflexionar sobre cuán unidos estamos realmente en nuestras comunidades. No se trata solo de afirmar que vivimos en unidad, sino de demostrarlo con acciones concretas. La obediencia, por su parte, es esencial para evitar el caos. Aunque prometemos obediencia, a veces buscamos maneras de evadirla para hacer nuestra propia voluntad. Por ello, es fundamental reflexionar sobre nuestra unidad y practicar la obediencia como una virtud, incluso cuando las condiciones sean adversas.
Monseñor Nahim Ruiz tomó la palabra: Las comunidades católicas en entornos virtuales han cobrado una relevancia inesperada, ofreciendo espacios de encuentro y evangelización. Sin embargo, para que estas comunidades funcionen, la unidad y la obediencia son esenciales.
La unidad en la Iglesia no implica uniformidad, sino comunión en la diversidad. En espacios digitales como Minecraft, donde los niveles de conocimiento y habilidades varían, la unidad debe basarse en el respeto mutuo. Sin embargo, las diferencias de criterio en liturgia, liderazgo y normas de convivencia pueden generar divisiones. Por ello, es crucial contar con un liderazgo basado en principios eclesiales.
La obediencia no es sumisión ciega, sino un acto de confianza y caridad hacia la autoridad legítima. En entornos digitales, donde la autonomía personal es altamente valorada, algunos pueden resistirse a la dirección de la comunidad. Para evitar el caos, la obediencia debe ser entendida como un servicio mutuo.
Uno de los mayores desafíos en estos espacios es el individualismo digital, donde algunos priorizan su visión personal del catolicismo por encima de la enseñanza de la Iglesia. Sin embargo, las oportunidades son enormes: podemos convertirnos en un modelo de evangelización digital, viviendo la fe sin perder su esencia.
Para que nuestra comunidad sea un verdadero reflejo de la Iglesia, debemos vivir la unidad y la obediencia con alegría y compromiso. No basta con construir catedrales digitales; debemos formar comunidades sólidas en la fe, donde la fraternidad y el respeto a la autoridad eclesial sean la base.
Monseñor Junior Gamboa concluyó: Es importante reflexionar sobre las razones de la desobediencia. ¿Por qué ocurre? ¿Por qué surgen dudas sobre la autoridad? Muchas veces, la desobediencia está ligada al deseo de poder y al pensamiento de que se puede hacer mejor que los demás.
Debemos preguntarnos cómo evitar estos conflictos. Si permitimos que crezcan, la Iglesia pierde su ejemplo. Desde el inicio, debemos enseñar que el servicio a Cristo no es por reconocimiento ni por estatus, sino por vocación. La obediencia comienza en la familia, con la educación en la fe y el respeto a la autoridad.
Si analizamos los conflictos del pasado, nos daremos cuenta de que muchos surgieron porque no se priorizó el servicio, sino el protagonismo. La Iglesia no es poder; es servicio. Como nos enseñaron Cristo y los profetas, somos servidores llamados a la obediencia para alcanzar la recompensa celestial.
Tema 3: Rehabilitación y excomunión de clerigos:
Mons. Kevin Miranda en representación de la Comisión Eclesiológica presentó la introducción al tercer tema.
Monseñor Uriel García tomó la palabra: A mi parecer, el tema de las rehabilitaciones y excomuniones es de gran importancia. Considero que, cuando se lleve a cabo una rehabilitación, debería discutirse con todos los obispos. Es fundamental analizar tanto los aspectos positivos como negativos de la situación para tomar una decisión informada.
Hasta donde recuerdo, ninguna rehabilitación realizada aquí ha sido realmente efectiva. En la mayoría de los casos, los individuos no cambian, sino que buscan información o intentan obtener poder sin una verdadera transformación. Por ello, sería recomendable que la rehabilitación fuera debatida entre todos los obispos y que la persona regresara a un cargo eclesiástico menor antes de asumir mayores responsabilidades, de modo que se pueda evaluar su verdadera intención.
Monseñor Nicolás Quintero prosiguió: Si bien este es un tema crucial, creo que se orienta más hacia el ámbito canónico de la comunidad que al eclesiástico en sí. No profundizaré demasiado por ahora, pero quiero destacar que el manejo de faltas y desviaciones dentro del clero es un asunto de gran relevancia tanto en la línea teológica como en la pastoral.
La disciplina en la Iglesia no debe entenderse como un castigo, sino como un medio para restaurar y reconciliar al hermano que ha caído, como lo enseñan las Escrituras. Jesús, en Mateo, y Pablo, en Gálatas, enfatizan que la corrección debe ser fraterna, basada en el amor y destinada al arrepentimiento y la renovación espiritual.
En nuestro contexto, la rehabilitación es una oportunidad para que un clérigo que se ha desviado retome su camino con un compromiso renovado hacia la comunidad. Sin embargo, este proceso debe incluir penitencia, asesoramiento y acompañamiento para garantizar su efectividad. Cuando la desviación persiste y amenaza la unidad cristiana, la excomunión debe considerarse como un último recurso.
Es importante recordar que la excomunión no es una condena definitiva, sino una medida disciplinaria que busca preservar el bien común y, paradójicamente, abrir la puerta a una posible reconciliación. Aplicar esta medida requiere una profunda reflexión teológica y pastoral, equilibrando justicia y misericordia, con el objetivo último de restaurar al pecador y fortalecer la comunidad eclesial.
Hoy en día, en un mundo donde los entornos virtuales pueden distorsionar las formas tradicionales de autoridad y comunidad, el reto es doble: mantener la pureza del mensaje evangélico y, al mismo tiempo, adaptarnos a nuevas formas de convivencia sin perder los fundamentos de nuestra fe.
Monseñor Kevin Miranda continuó con la palabra: Este es un tema de gran relevancia para nuestra comunidad. A lo largo del tiempo que he estado aquí, he observado que las rehabilitaciones no han sido tan eficaces como se esperaba. No es culpa de la comunidad, sino que quienes han sido rehabilitados muchas veces terminan alejándose nuevamente.
Más allá de los aspectos teológicos y canónicos, deberíamos enfocarnos en la práctica. ¿Cómo podemos lograr una rehabilitación efectiva? Una posible solución sería asignar a cada persona rehabilitada un obispo específico, quien le brinde acompañamiento y guía en su proceso de reinserción.
Me pareció interesante lo que ocurrió con la última rehabilitación: la persona fue escuchada y se analizaron sus inquietudes, aunque terminó dejando la comunidad poco después. Es posible que quienes piden rehabilitación no sean del todo sinceros sobre sus intenciones, y aunque estamos llamados a ser misericordiosos, también debemos ser prudentes y razonables.
Si alguien ya ha sido excomulgado o ha abandonado la comunidad en repetidas ocasiones, debemos cuestionarnos si realmente tiene sentido rehabilitarlo nuevamente. Si continuamos repitiendo el mismo patrón de aceptación y salida, no estaremos avanzando. En mi opinión, la rehabilitación debe ser evaluada cuidadosamente, considerando el historial de la persona antes de tomar una decisión.
Monseñor Nahim Ruiz, tomó entonces la palabra: Concuerdo con lo mencionado por Monseñor Kevin. La rehabilitación no ha sido efectiva en muchos casos. No pretendo imponer una solución, pero creo que es importante reflexionar sobre ciertos criterios para decidir cuándo una excomunión o sanción es necesaria.
Es importante recordar que la excomunión en nuestra comunidad virtual no es una sanción oficial de la Iglesia, sino un mecanismo para proteger la integridad y el orden dentro de nuestro espacio digital. Para que una sanción sea justa y proporcional, debemos establecer criterios claros sobre qué constituye una falta grave.
Algunas razones que podrían justificar una sanción incluyen:
Herejía y cisma: Cuando un clérigo promueve doctrinas contrarias a la fe o fomenta divisiones en la comunidad.
Abuso de autoridad: Uso indebido de la posición para imponer normas arbitrarias, manipular espiritualmente a los fieles o actuar injustamente contra otros miembros.
Conducta inmoral: Escándalos públicos, uso inapropiado de la comunidad con fines ajenos a su propósito, etc.
El objetivo de cualquier medida disciplinaria no es solo castigar, sino corregir y rehabilitar al infractor. Antes de una expulsión definitiva, podría considerarse un proceso de discernimiento y restitución, que incluya el perdón y el diálogo fraterno.
Monseñor Christian Romero concluyó: Buenas noches, hermanos cardenales y obispos.
Sobre la excomunión, considero que debe aplicarse de manera justa, analizando tanto los aspectos positivos como negativos de la persona involucrada. Si lo negativo supera lo positivo, una suspensión temporal podría ser una alternativa antes de llegar a la excomunión definitiva.
No debemos excomulgar a alguien por razones personales o desacuerdos triviales. Es fundamental investigar cada caso antes de tomar una decisión tan drástica.
En cuanto a la rehabilitación, apoyo la opinión de Monseñor Uriel: debe discutirse con todos los obispos y cardenales antes de aprobarse. También respaldo la propuesta de Monseñor Kevin de asignar a varios obispos para dar seguimiento a los rehabilitados y garantizar que reciban orientación adecuada.
En mi experiencia en la comunidad, he visto que muchas rehabilitaciones no han dado los frutos esperados, en parte porque los rehabilitados son enviados a diócesis donde los obispos no los acompañan adecuadamente. Esto los lleva a desmotivarse y eventualmente alejarse.
Por ello, insisto en la importancia de debatir cada caso con detenimiento antes de decidir si una rehabilitación es viable.