08 enero 2025

Bula de Nombramiento Episcopal - Christian Romero

 

BENEDICTVS, EPISCOPVS,
SERVVS SERVORVM DEI

 AD PERPETVAM REI MEMORIAM

Al estimado hijo, Christian Romero, incardinado a la Diócesis de Roma, elegido Obispo Auxiliar de la Diócesis de la Inmaculada Concepción: salud, paz y bendición apostólica.

"Como cooperadores de Dios, os exhortamos a que no recibáis en vano su gracia, pues él dice: En el momento favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí. Ahora es el momento favorable, ahora es el día de la salvación" (2 Cor 6,1-2).

El episcopado, en su plenitud, es el sacramento del amor pastoral de Cristo, quien envió a los Apóstoles al mundo como testigos de su resurrección y dispensadores de los misterios de la salvación. Este ministerio, que se perpetúa en los sucesores de los Apóstoles, requiere una total configuración con Cristo, el Siervo sufriente, el Pastor bueno y el Esposo fiel de la Iglesia.

Consciente de la necesidad de pastores que compartan estas cualidades y en atención al parecer del Dicasterio para los Obispos, hemos discernido la conveniencia de encomendarte una participación en el cuidado pastoral de la Iglesia y para auxilio de nuestro hermano Monseñor Nahim Ruiz. Por ello, en virtud de la autoridad apostólica que nos ha sido conferida, te elegimos y nombramos Obispo Auxiliar de la Diócesis de la Inmaculada Concepción, asignándote las responsabilidades propias de este ministerio, conforme al Código de Derecho Canónico.

Como obispo auxiliar, participarás en el triple oficio que define el ministerio episcopal: enseñar, santificar y gobernar. En el oficio de enseñar, serás heraldo incansable de la Palabra, alimentando al pueblo de Dios con la verdad revelada y preservando la unidad de la fe en comunión con la Iglesia universal. En el oficio de santificar, serás dispensador de la gracia, especialmente a través de la Eucaristía, en la que se actualiza el sacrificio redentor de Cristo. Y en el oficio de gobernar, ejercerás la autoridad como un servicio de amor, buscando siempre el bien de las almas y construyendo comunidades vivas de fe, esperanza y caridad.

En esta misión sublime, te exhortamos a mantener tu mirada fija en Cristo, quien, siendo la Cabeza del Cuerpo místico, guía a su Iglesia con misericordia y firmeza. Que tu corazón arda con el celo pastoral que movía al apóstol Pablo cuando decía: "Me he hecho todo para todos, para salvar a toda costa a algunos" (1 Cor 9,22).

Confiamos esta nueva etapa de tu ministerio a la maternal intercesión de la Santísima Virgen María, la Inmaculada Concepción, quien, siendo la obra más perfecta de la redención, te enseñará a amar con un corazón puro y obediente al llamado del Señor. Que Ella sea tu refugio en las dificultades y tu guía en la misión de guiar al pueblo que ahora te es confiado.

Dado en Roma, en Letrán, a los ocho días del mes de enero del año jubilar de la Esperanza dos mil veinticinco, segundo de nuestro pontificado.

 Benedictus Pp
Pontifex Maximvs

Et ego,

 Mons. Pablo Kynast
        Nuncio Apostólico