PAPA BENEDICTO
AUDIENCIA GENERAL
Aula Pablo VI
Miércoles, 17 de julio de 2024
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Septima Catequesis sobre la Vocación
Hermanos y hermanas, ¡Buenas tardes!, nos encontramos en la séptima catequesis sobre la seria de la vocación. El día de hoy en el Evangelio según San Lucas (9, 57-62) nos encontramos con un pasaje que nos invita a reflexionar profundamente sobre la exigencia de la vocación apostólica. A través de tres encuentros entre Jesús y diferentes personas que expresan su deseo de seguirle, somos llamados a ahondar en las exigencias que implica ser discípulo de Cristo.
En el primer encuentro, uno de los personajes se ofrece a seguir a Jesús a donde quiera que vaya. Sin embargo, Jesús le señala que el discipulado implica renuncias y sacrificios, ya que el Hijo del hombre no tiene un lugar físico donde reclinar la cabeza. Esta respuesta nos invita a reflexionar sobre la disposición de dejar atrás comodidades y seguridades terrenales para abrazar la cruz de seguir a Cristo, confiando en que Él nos sustentará en nuestro camino.
En el segundo encuentro, otro individuo desea seguir a Jesús, pero solicita permiso para enterrar a su padre. La respuesta de Jesús, al parecer tan dura, nos revela la importancia de priorizar el Reino de Dios sobre cualquier otro asunto, incluso sobre las responsabilidades familiares más urgentes. Esta enseñanza nos desafía a examinar nuestras propias prioridades y a estar dispuestos a sacrificar incluso lo más querido en aras de la misión que Dios nos ha encomendado.
Finalmente, en el tercer encuentro, un hombre expresa su deseo de seguir a Jesús, pero antes desea despedirse de su familia. Jesús, con su firmeza característica, nos advierte sobre la peligrosa tentación de mirar hacia atrás una vez que hemos decidido emprender el camino del discipulado. Esta enseñanza nos llama a mantener nuestra mirada fija en Cristo, sin permitir que las distracciones y apegos terrenales nos aparten de nuestro compromiso de seguirle con fidelidad y entrega total.
En este camino de discipulado, es fundamental recordar que la vocación apostólica no es un simple título o una tarea más en nuestra vida, sino que es un llamado personal e intransferible que implica un compromiso radical con el Evangelio y con la misión de construir el Reino de Dios en medio de un mundo necesitado de esperanza y amor.
Ante las diversas situaciones y desafíos que se nos presentan en nuestro camino de discipulado, es fundamental mantener viva la llama de la fe, la esperanza y la caridad, recordando que nuestra fortaleza y nuestra guía provienen de Cristo, quien nos sostiene y nos fortalece en medio de las dificultades y las pruebas.
En este contexto, es importante cultivar una vida de oración profunda y constante, que nos permita escuchar la voz de Dios en medio del ruido y las distracciones del mundo, y nos impulse a responder con generosidad y valentía a su llamado, sin reservas ni temores, confiando en su gracia y su providencia.
Renovemos nuestro compromiso, seamos testigos valientes y auténticos del amor de Dios en nuestro entorno, y vivamos cada día con la certeza de que Él está con nosotros, guiándonos y sosteniéndonos en nuestro camino de seguimiento y servicio.
En resumen, la vocación apostólica es un llamado exigente que nos invita a renunciar a nosotros mismos, a tomar nuestra cruz y a seguir a Cristo con valentía y determinación. A través de estos encuentros con Jesús, somos desafiados a examinar nuestra disposición para seguirle, a evaluar nuestras prioridades a la luz del Evangelio y a mantenernos firmes en la fe, sin permitir que nada ni nadie nos aparte del camino de la salvación.
Que la gracia de Dios nos fortalezca en nuestro compromiso de anunciar el Reino y seguir a Jesús con entrega total y amor inquebrantable. Que la Virgen María, modelo de docilidad y fidelidad, interceda por nosotros y nos guíe en nuestro camino de discipulado. Amén.