GREGORIVM, EPISCOPVS,
SERVVS SERVORVM DEI
A Monseñor Diego Hernández de Jesús, hasta ahora, obispo coadjutor de la Arquidiócesis de Santa María de Guadalupe, a todos los fieles de la Arquidiócesis y a todos aquellos a quienes llegue estas letras, gracia y paz en el Señor Jesucristo.
Habiendo considerado cuidadosamente las necesidades pastorales de la Arquidiócesis de Santa María de Guadalupe después de la renuncia de nuestro querido hermano en Cristo, Monseñor Fernando Cardenal Tovar, y en virtud de la potestad apostólica que Nos ha sido conferida, es con gran alegría y responsabilidad que anunciamos el nombramiento de un nuevo pastor para esta querida Arquidiócesis.
Por lo tanto, encomendamos a nuestro amado hijo en Cristo, Monseñor Diego Hernández, con la tarea de asumir el cargo de Arzobispo de la Arquidiócesis de Santa María de Guadalupe. Con plena confianza en su fe, dedicación y habilidades pastorales, confiamos en que llevará adelante la misión de guiar y cuidar a los fieles de esta Arquidiócesis con amor y compromiso.
Monseñor Diego Hernández, llamamos a usted a asumir esta responsabilidad con humildad y valentía, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, el Buen Pastor. Le encomendamos el rebaño de Cristo en esta Arquidiócesis, para que, bajo su liderazgo y con la gracia de Dios, la comunidad de fieles pueda crecer en fe, esperanza y caridad.
Exhortamos a todos los fieles de la Arquidiócesis de Santa María de Guadalupe a recibir a Monseñor Diego Hernández con los brazos abiertos y a acompañarle en su ministerio pastoral. Oremos por él, para que sea guiado por el Espíritu Santo en su servicio y que, con la ayuda de Dios, pueda llevar a cabo su labor con sabiduría y amor.
Dado en Roma, en Letrán, al día catorce del mes de agosto del año del Señor dos mil veintitrés, primero de nuestro Pontificado.
