— 2025 —
FUNCIONES EN LA CELEBRACIÓN
EL ACÓLITO
264. En la procesión de entrada, el acólito puede llevar la cruz, acompañado a ambos lados por otros dos ministros con velas encendidas. Al llegar al altar, coloca la cruz junto a él para que se convierta en la cruz del altar o, en su defecto, la ubica en un lugar digno. Luego, ocupa su lugar en el presbiterio.
265. Durante toda la celebración, siempre que sea necesario, el acólito se acerca al sacerdote o al diácono para presentarles el libro y ayudarles en lo que haga falta. Por ello, conviene que, en la medida de lo posible, ocupe un lugar desde el cual pueda desempeñar fácilmente su ministerio, ya sea junto a la sede presidencial o al altar.
266. En ausencia del diácono, el acólito, después de la oración universal y mientras el sacerdote permanece en su sede, coloca sobre el altar los utensilios sagrados, los objetos y el libro.
267. Si se usa incienso, el acólito presenta el incensario al sacerdote y lo acompaña en la incensación de las ofrendas, la cruz y el altar. Luego, inciensa al sacerdote y al pueblo.
268. El acólito debidamente instituido, si es necesario, puede ayudar al sacerdote a distribuir la Comunión al pueblo como ministro extraordinario.
269. Del mismo modo, el acólito debidamente instituido, una vez terminada la distribución de la Comunión, ayuda al sacerdote o al diácono en la purificación y disposición de los vasos sagrados. En ausencia del diácono, el acólito purifica los vasos sagrados.
270. En la misma misa, el acólito puede desempeñar funciones tanto de acólito como de lector.
EL MAESTRO DE CEREMONIAS
271. Cuando preside un obispo, es conveniente que haya un Maestro de Ceremonias.
272. El Maestro de Ceremonias viste sotana negra con sobrepelliz. Si es diácono, puede llevar todas las vestiduras diaconales: alba, estola y dalmática.
273. Durante la celebración, además de haber dejado todo organizado y preparado para el correcto desarrollo de los ritos, el Maestro de Ceremonias debe dirigir la sagrada liturgia como un maestro de orquesta.
274. Por ello, el Maestro de Ceremonias debe ser un profundo conocedor de la liturgia.
275. En una celebración presidida por el obispo, además de velar porque todos desempeñen correctamente sus funciones, el Maestro de Ceremonias debe asistir al obispo encargándose de su mitra y báculo.
276. Si el acólito está ausente, el Maestro de Ceremonias debe asumir sus funciones.
- ÍNDICE