PAVLVS, EPISCOPVS,
SERVVS SERVORVM DEI
Las Basílicas Papales, aquellos lugares, que, siendo testigos mudos de generaciones, custodian las innumerables reliquias y columnas de nuestra fe, requieren a fieles pastores que procuren por unir la dignidad de ese espacio con caridad pastoral y perseverar el maravilloso esplendor de la liturgia con la fraterna acogida del pueblo de Dios.
Debido a ello, siendo consciente de la importancia de mantener viva aquella llama espiritual que mantienen estos lugares y el gran deseo de rodearnos con colaboradores sabios, prudentes y devotos, he considerado oportuno llamar a aquellos fieles hombres, que, confiando en su ministerio pastoral, he considerado dignos y aptos para continuar con el cuidado de cada una de las Basílicas Papales.
Después de un oportuno tiempo de discernimiento y consulta, en virtud de la autoridad apostólica que me ha sido conferida, he dispuesto NOMBRAR a mis venerables hermanos:
A Monseñor Ulises, Cardenal Vitali, Arcipreste de la Basílica Papal de Santa María la Mayor, asignandole la valiosa misi[on de custodiar esté divino espacio dedicado a la amorosa madre de Dios, fomentar en nuestra comunidad la devoción mariana y ofrecer un espacio de oración ferviente y amoroso consuelo bajo el manto de nuestra señora Salus Populi Romani.
A Monseñor Jesús, Cardenal Ortiz, Arcipreste de la Basílica Papal de San Juan de Letrán, la catedral del Obispo de Roma, aquella madre y cabeza de todas las Iglesias de la urbe y el Orbe, con el fin de que en este lugar se custodie con celo las fuentes de nuestra comunión eclesial y la primacía de la ardiente caridad.
A Monseñor Pablo, Cardenal Kynast, Arcipreste de la Basílica Papal de San Pablo Extramuros, es en este lugar donde reposan los restos del apóstol de los gentiles, espero que tu valioso cuidado anime con fervor apostólico este templo del anuncio, diálogo y unidad entre los hermanos.
Que la intercesión de la Santísima virgen María, San Pablo y San Juan les sostengan y acompañen y que el Santo Espíritu les colme de sabiduría para guiar estos lugares santos con una verdadera santidad de vida, fidelidad al Evangelio y espíritu de unidad.