Estimados hermanos en Cristo,
Reciban un cordial y fraterno saludo en el amor de nuestro Señor Jesucristo, "el Sumo y Eterno Sacerdote" (Hebreos 5:10), quien nos ha llamado a servir a su Iglesia con humildad y fidelidad. Como Decano del Colegio Cardenalicio, me dirijo a ustedes con un corazón lleno de gratitud y esperanza, confiando en la guía del Espíritu Santo que nos une en nuestra misión pastoral y nos sostiene en la comunión eclesial.
En primer lugar, deseo expresar mi más profundo agradecimiento por el apoyo, la colaboración y la fraternidad que he recibido de cada uno de ustedes durante mi tiempo como Decano. Ha sido un honor inmenso y un privilegio servir a la Iglesia en este rol, acompañándoles en la tarea de custodiar la fe y promover el Evangelio en un mundo que anhela la luz de Cristo. Juntos, hemos trabajado incansablemente para edificar el Reino de Dios, guiados por el Magisterio de la Iglesia y sostenidos por la gracia divina. Su confianza y dedicación han sido un testimonio vivo de la caridad pastoral que nos une como pastores del rebaño de Cristo.
Hoy, sin embargo, nos encontramos en un momento de transición, un "kairós" de gracia y discernimiento. Habiendo concluido mi período como Decano, conforme a las normativas y tradiciones de nuestra Santa Madre Iglesia, ha llegado el tiempo de confiar esta responsabilidad a un nuevo hermano que, con la sabiduría del Espíritu, continúa guiando al Colegio Cardenalicio. Este proceso no es meramente un acto administrativo, sino un momento sagrado en el que la Iglesia, como Cuerpo de Cristo, busca la voluntad de Dios para su liderazgo futuro.
Por ello, con el debido respeto y en conformidad con los cánones eclesiásticos, CONVOCO A TODOS LOS CARDENALES A UNA ASAMBLEA GENERAL con el propósito de llevar a cabo la elección de mi sucesor. Este encuentro es esencial para garantizar la continuidad de nuestra misión evangelizadora y el fortalecimiento de la colegialidad que nos caracteriza. Propongo que nos reunamos A MÁS TARDAR EL JUEVES 26 DE JUNIO, una fecha que, confío, permitirá a todos prepararse adecuadamente y participar plenamente en este acto de discernimiento. No obstante, reconozco la diversidad de sus compromisos y estoy abierto a ajustar esta propuesta si fuera necesario, para asegurar la presencia y el apoyo de cada uno de ustedes.
En este tiempo de cambio, resuenan en mi corazón las palabras de San Pablo: "Mantengan la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz" (Efesios 4:3). La unidad de la Iglesia es un don precioso que debemos custodio con amor, oración y humildad, especialmente en momentos como este. Al acercarnos a la elección de un nuevo Decano, les invitamos a que busquemos juntos la voluntad de Dios, con corazones abiertos y mentes iluminadas por la fe. Como nos enseña el Concilio Vaticano II, la Iglesia es "signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano" (Lumen Gentium , 1); que este proceso refleja esa vocación sublime, confiando en que el Espíritu Santo nos guiará hacia aquel que, con santidad y prudencia, asumirá esta responsabilidad.
Agradezco de antemano su compromiso y entrega a esta tarea sagrada. Que la Virgen María, Madre de la Iglesia y Reina de los Apóstoles, interceda por nosotros y nos acompañe en este camino de servicio. Les invitamos a unirnos en oración por el éxito de esta asamblea y por la elección de un nuevo líder que sea instrumento de la providencia divina.
Con afecto fraterno y en comunión de fe, les envío mi bendición y les encomiendo a la gracia de nuestro Salvador.
