PAVLVS, EPISCOPVS,
SERVVS SERVORVM DEI
AD PERPETVAM REI MEMORIAM
(Latín)
Fratres dilectissimi, ex hac Petri sede, quam divina voluntate nobis commisit, animam plenam spiritu servitii contemplamur, necessitatem communioni cum Ecclesia Universali firmandam et homines fideles, sapientes et prudentes circum nos congregandos, ut, missioni apostolicae, quae nobis est commissa, firmius adhaerentes, cooperatores diligentes successoris principis Apostolorum in servitio Populi Dei efficiantur.
Sacrum Collegium Cardinalitium columna visibilis unitatis intra Ecclesiam est et magnam habet responsabilitatem ad Sancto Romano Pontifice assistendi in gubernatione Ecclesiae universalis, necnon se praeparandi ad arduam et nobiliorem operam successionis eius, cum Dominus ita disponet. Itaque est officium Sancti Romani Pontificis, sub lumine Spiritus Sancti, subtilissime et diligenter eligere quosdam viros qui ad hoc Sacrum Collegium pertinent.
Motus igitur, summa cupiditate ditandi dictum collegium sapientia eorum qui vitam servitii et generositatis eguerunt, magno zelo pastorali in variis communitatis nostræ locis versati, post maturam meditationem, consultationem et orationem, decrevi consistorium convocare ad novos Cardinales Sanctae Ecclesiae Romanae creandos.
Hoc facto denuo affirmare volumus quod diversitas carismatum et donorum in nostra communitate existentium non est pauperior sed Ecclesiae universalitatem ditat. Sicut apostolus Paulus demonstravit dicens: diversitas donorum unus est Spiritus et diversitas ministeriorum sub uno Domino educata (cf. 1 Cor 12,4‑5). Sic universalitas Ecclesiae suam maximam expressionem invenit etiam in iis qui, ex diversis locis, ad Cardinalatum evocabuntur.
Propterea et secundum pulchram traditionem apostolicam ac canonicam disciplinam Ecclesiae, nominabimus eos in Consistorio Ordinario Publico qui habiturus erit in Basilica Vaticana die certo destinato.
Propterea, in continuatione virtutis nostrae auctoritas apostolica, NOMINAMUS:
venerabilem fratrem Dominum Uriel García, Cardinalem-presbyterum Sanctae Mariae de Guadalupe;
venerabilem fratrem Dominum Nahím Ruiz, Cardinalem-presbyterum Beatae Assumptionis;
venerabilem fratrem Dominum Pablo Kynast, Cardinalem-diaconum Jesu Christi Boni Pastoris;
et venerabilem fratrem Dominum Mariano Villarreal, Cardinalem-diaconum Sanctae Mariae Montis Carmeli,
conferentes eis omnes iura, prerogativas et officia quae ad dignitatem cardinalitiam pertinent iuxta normas Iuris Canonici et Ecclesiae pulchram traditionem.
Ad vos, carissimi fili, exhortamur ut in fide stetis firmi, caritati ardentes, et spe semper perseverantes (cf. 1 Th 1,3), ut vos, fratres carissimi, sicut pastores secundum cor Christi, populum Dei ducturi sitis sapienter, clementer et fideliter.
Semper memineritis verborum Boni Pastoris: “Ego cognosco oves meas, et me cognoscunt meae” (Jn 10,14). Sitote vos viri profundae orationis, evangelii fideles testes, et communioni aedificatores his temporibus quo Ecclesia signa credibilia unitatis, sanctitatis et servitii indiget. Sit spes, ipsa virtus quae numquam fallit (cf. Rm 5,5), vobis quasi lampas in manibus vobis et solacium iis qui adhuc inter varias probationes et tenebras peregrinantur.
Mis amados hermanos, desde esta sede de Pedro que por voluntad divina se me confió, contemplo con el alma llena de un espiŕitu de servicio, la necesidad de fortalecer la comunión con la Iglesia Universal y de rodearnos de hombres fieles, hombres sabios y prudentes que, encontrándose más estrechamente asociados a la misión apostólica que nos ha sido encomendada se conviertan en cooperadores diligentes del Sucesor del príncipe de los Apóstoles en el servicio al pueblo de Dios.
El Sacro Colegio Cardenalicio es una columna visible de unidad dentro de la Iglesia y tiene la gran responsabilidad de asistir al romano Pontífice en el gobierno de la Iglesia universal así como prepararse para cumplir la ardua y noble tarea de elegir a su sucesor cuando el Señor así disponga. Por tanto, es deber del romano pontífice discernir muy detallada y cuidadosamente, bajo la luz del Espíritu Santo la elección de aquellos hombres que deben ser llamados a formar parte de este Sacro Colegio.
Movido, pues, por el gran deseo de lograr enriquecer a dicho colegio con la sabiduría de quienes han llevado una vida de servicio y generosidad, demostrando un gran celo pastoral en diversos espacios de nuestra comunidad y tras una madura reflexión, consulta y oración he decidido convocar un consistorio para la creación de nuevos Cardenales de la Santa Iglesia Romana.
Con dicho acto quiero también afirmar de nueva cuenta que la diversidad de carismas y dones que existe en nuestra comunidad no es algo que la empobrezca, sino que enriquece la universalidad de la Iglesia. Así nos lo ha demostrado el apóstol Pablo al expresar que la diversidad de dones se basa en un mismo espíritu y la diversidad de servicios es guiada bajo un solo señor (cf. 1 Cor 12,4-5). Así, la universalidad de la Iglesia alcanza su máxima expresión también en quienes, desde diversos lugares, serán elevados al Cardenalato.
Por ello y conforme a la hermosa tradición apostólica y a la disciplina canónica de la Iglesia, proclamaré sus nombres en el Consistorio Ordinario Público que tendrá lugar en la Basílica Vaticana el día que se ha de señalar.
Por tanto, en continuidad de la virtud de nuestra autoridad apostólica, NOMBRAMOS:
- al venerable hermano Don Uriel García, Cardenal-presbítero de Santa María de Guadalupe;
- al venerable hermano Don Nahím Ruíz, Cardenal-presbítero de la Bienaventurada Asunción;
- al venerable hermano Don Pablo Kynast, Cardenal-diácono de Jesucristo Buen Pastor;
- y al venerable hermano Don Mariano Villarreal, Cardenal-diácono de Santa María del Monte Carmelo,
Confiriendoles todos los derechos, las prerrogativa y los deberes que competencia a la dignidad cardenalicia según las normas del Derecho Canónico y la hermosa tradición de la Iglesia.
A ustedes, queridos hijos, les exhorto a permanecer firmes en su fe, con un ardiente servicio a la caridad y siempre perseverantes en la esperanza (cf. 1 Tes 1,3), para que ustedes, queridos hijos, como pastores según el corazón de Cristo, puedan guiar al pueblo de Dios con sabiduría, compasión y fidelidad.
Mantengan siempre presentes las palabras del Buen Pastor “Yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí” (Jn 10,14). Sean ustedes hombres llenos de profunda oración, testigos fieles del evangelio y constructores de comunión en estos tiempos en que la Iglesia necesita signos creíbles de unidad, santidad y servicio. Que la esperanza, aquella virtud que nunca defrauda (cf. Rm 5,5) sea para ustedes como una lámpara encendida en sus manos y un consuelo para aquellos que peregrinan aún entre las diversas pruebas y oscuridades.
Confío su nueva misión al amparo de la bienaventurada virgen María, madre de la Iglesia y estrella de la esperanza y que les acompañen en el camino de este nuevo ministerio los santos apóstoles Pedro y Pablo y todos los santos que han perseverado fieles hasta el fin.
Dado de Roma, junto a San Pedro. a los veinticinco (25) días del mes de junio del Año Santo de la Esperanza dos mil veinticinco (2025), primero de nuestro pontificado.
