BENEDICTVS, EPISCOPVS,
SERVVS SERVORVM DEI
SERVVS SERVORVM DEI
A todos los que lean esto, saludo, paz y bendición apostólica.
I. Una Iglesia ordenada también en el tiempo de espera
La Iglesia, fundada por nuestro Señor Jesucristo sobre la roca firme de Pedro (cf. Mt 16,18), peregrina en medio del mundo hacia la plenitud del Reino. Y aunque su vida está animada por el Espíritu Santo, requiere de estructuras visibles y ordenadas, especialmente en aquellos momentos delicados en los que la Sede Apostólica queda vacante.
El apóstol San Pablo nos recuerda que “Dios no es un Dios de confusión, sino de paz” (1 Co 14,33), y por eso exhorta a que “todo se haga con decoro y con orden” (1 Co 14,40). Por tanto, también en el tiempo de la Sede Vacante, la Iglesia necesita custodiar con fidelidad su misión, su patrimonio y su unidad, mientras aguarda con fe la elección del nuevo Sucesor de Pedro.
Conforme a una tradición antigua y venerable, y siguiendo lo establecido por el derecho de la Iglesia y las constituciones apostólicas, especialmente Universi Dominici Gregis, consideramos necesario y oportuno conformar la Cámara Apostólica, órgano al que compete la administración de los bienes temporales de la Santa Sede en ausencia del Romano Pontífice.
II. Misión de la Cámara Apostólica
La Cámara Apostólica —Camera Apostolica— ha servido desde tiempos antiguos para asegurar la continuidad de la vida administrativa de la Santa Sede durante la vacancia del Pontificado. Su tarea no es sólo económica, sino también pastoral: contribuir a que la Iglesia, incluso en el silencio de la espera, permanezca fiel a su misión.
El Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, asistido por el Vice-Camarlengo y por quienes se designen como colaboradores, tiene el deber de custodiar, proteger y administrar con sabiduría los bienes confiados a la Iglesia universal, “como fiel dispensador de los misterios de Dios” (cf. 1 Co 4,1-2), y en obediencia al Evangelio.
III. Nombramientos
Conscientes de esta noble y delicada misión, y tras oración y reflexión, nombramos para el servicio en la Cámara Apostólica a los siguientes ministros de la Iglesia:
Camarlengo de la Santa Iglesia Romana:
Su Eminencia, Cardenal Ángel Castillo, hombre de fe y larga experiencia pastoral, a quien confiamos esta responsabilidad principal durante la Sede Vacante, para que ejerza con diligencia y rectitud las funciones que le competen.
Vice-Camarlengo:
Su Excelencia, Mons. Mariano Villareal, pastor prudente y celoso por la Iglesia, llamado a colaborar estrechamente con el Camarlengo y a sustituirlo si fuera necesario.
Auxiliares de la Cámara Apostólica:
Rvdo. Pbro. Jesús Cardona, presbítero ejemplar, cercano al pueblo y con clara visión pastoral.
Rvdo. Pbro. Gustavo Barbosa, servidor fiel del Evangelio, dotado de juicio sereno y amor a la Iglesia.
A todos ellos les encomendamos con paternal confianza el cuidado de lo que es de Dios, pidiéndoles que ejerzan su oficio como verdaderos discípulos del Señor, conscientes de que “al que mucho se le dio, mucho se le exigirá” (Lc 12,48).
IV. Exhortación final y bendición
A ustedes, amados hermanos que reciben esta encomienda, los exhortamos en el nombre de Cristo a cumplir este deber con humildad, prudencia y amor a la Iglesia. Sed servidores de unidad, guardianes del orden y administradores fieles de lo que ha sido confiado a vuestras manos.
Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, los acompañe con su intercesión; que san José, custodio fiel, los inspire en la tarea; y que san Pedro, Príncipe de los Apóstoles, ruegue por ustedes ante el trono del Cordero.
Todo cuanto hemos establecido con la presente Bula, declaramos que ha de ser tenido por firme, válido y eficaz, no obstante cualquier disposición contraria, incluso si fuera digna de particular mención.