Mons. Junior Gamboa culminó: la música sacra en la liturgia es un tema complejo, pues cada miembro de la iglesia busca encontrar un significado en ella. La modernidad constantemente actualiza los métodos de cómo rendir culto a Dios, tal como San Agustín mencionó: "El que canta, ora dos veces." La clave está en lograr una conexión más profunda con el pueblo. No se trata solo de aceptar las tradiciones, sino también de obedecer lo que el misal nos indica sobre las letras de las canciones y cómo vivir el tiempo adecuado con los instrumentos. Lo esencial es lo que el misal señala.
El Santo Padre omitió el uso de la palabra.
Tema 3: La celebración de Ritos Orientales
En caso de que lleguen a ingresar personas que participan de ritos orientales, lo cual es posible debido a la existencia de comunidades que celebran estos ritos en varios lugares de América Latina, se debería revisar cuidadosamente su petición. Se podría permitir su integración siempre y cuando esas personas realmente participen en un rito oriental auténtico y no como ocurrió en el pasado con ciertos personajes que celebraban un rito oriental simplemente para sobresalir o llamar la atención. Estos individuos, además, no celebraban un rito oriental en comunión con la Iglesia. Lamentablemente, mi antecesor y algunos obispos no tomaron importancia en ese asunto, lo que llevó a una distorsión del propósito verdadero de los ritos orientales en la vida de la Iglesia.
Prosiguió Mons. Pablo Kynast: creo que sería bueno permitirlo solo si se une a nosotros alguien que pertenezca verdaderamente a un rito oriental y pueda celebrarlo de manera legítima.
Mons. Nicolás Quintero tomó la palabra: Como mencionó Monseñor Ortiz, actualmente no contamos con una supervisión adecuada. En lo personal, no sé cómo se celebran los Ritos Orientales. Además, si permitimos que alguien lo haga, no tendríamos la certeza de que realmente se está llevando a cabo correctamente. La única supervisión posible sería desde el clero, pero hay otro punto: la asistencia a las demás eucaristías. Desde una perspectiva organizativa, no me parece oportuno agregar otro rito junto al que ya tenemos.
Mons. Kevin Miranda continuó con el uso de la palabra: primero que nada, pido disculpas por lo que voy a decir, pero ¿cómo pretendemos que alguien celebre un rito oriental si muchas veces ni siquiera sabemos celebrar bien el nuestro? Es fundamental analizar esto con detenimiento. Si alguien proviene de un rito oriental y sabe celebrarlo correctamente, entonces perfecto. La diversidad de ritos es una gran riqueza para la Iglesia Católica, pues cada uno tiene su propia manera de expresar la sacralidad, la oración y la adoración a Dios. Lo menciono porque en algunas de mis celebraciones he incluido el rito de la Akathistos, proveniente de la Iglesia Oriental, y al hacerlo en español se entiende su significado. Sin embargo, en algunos casos se usa arameo, y aquí surge la pregunta: ¿cuántos de nosotros entendemos arameo? Poco a poco aprendemos más, algunos comprendemos el latín mejor que otros, y gracias a Dios por ello, pero ¿cómo podemos estar seguros de que una persona está celebrando correctamente un rito oriental en arameo si no entendemos el idioma? La liturgia requiere conocimiento y comprensión de lo que se está haciendo y por qué.
Tomó la palabra Mons. Junior Gamboa: existen diversas formas de servicio a Dios y, como mencionó Mons. Kevin, es importante saber servir. Antes de incluir Ritos Orientales, debemos considerar su propósito: ¿favorece la unidad del pueblo?, ¿fortalece la conexión con Dios?, ¿es adecuado dentro de nuestra comunidad? Como católicos, tenemos una base sólida, y estos ritos también deben tenerla si se quiere permitir su celebración dentro de nuestra comunidad.
Mons. Nicolás Quintero pidió permiso de intervenir nuevamente: me gustó la reflexión de Mons. Kevin: muchas veces ni siquiera sabemos celebrar lo nuestro antes de querer adoptar otras prácticas. No debemos tomar esto a la ligera. La pregunta clave es: ¿cuál es el propósito de tener una comunidad oriental? Nuestra comunidad se encuentra en Latinoamérica, mientras que las Iglesias Orientales tienen su arraigo en otras regiones. Desde un punto de vista práctico, sería muy complicado establecer una comunidad de ese tipo aquí.
Santo Padre retomó la palabra y concluyó: no saquemos de contexto lo que estamos planteando. No estamos proponiendo que se abran nuevos ritos orientales, sino que debemos estar prevenidos en caso de que lleguen personas provenientes de ritos orientales. Como mencioné al principio y en respuesta a Mons. Nicolás, en América Latina existen diócesis de ritos orientales, conocidas como Eparquías. Si alguna o varias personas pertenecientes a estas comunidades se unieran a nosotros y pidieran celebrar su rito, se debería examinar a fondo su solicitud. Para eso estamos aquí, para estar preparados en caso de que se presente esta situación. Es fundamental supervisar y regular adecuadamente la celebración de esos ritos, garantizando que se realicen conforme a la tradición auténtica y en plena comunión con la Iglesia.
Mons. Junior Gamboa omitió el uso de la palabra.
Tomó, finalmente, el uso de la palabra el Santo Padre: opino que la celebración del rito romano extraordinario debe conservarse, pero no debe ser celebrada sin una aprobación previa. Si alguna persona desea celebrarlo, debería contar con una dispensa directamente proveniente del Vaticano, el cual deberá investigar si la persona está debidamente preparada y formada para la celebración del rito antiguo. Además, esta persona debe comprometerse a mantener la sacralidad del rito, como también a cumplir con otros requisitos esenciales, tales como pronunciar correctamente el latín, realizar los ritos de manera adecuada (ya que, en ocasiones, pueden resultar confusos y difíciles), y velar siempre por la sacralidad de la liturgia.
Es igualmente importante que las lecturas se hagan en español, para facilitar la comprensión de todos los fieles. También, la persona encargada de celebrarlo no debe limitarse únicamente a celebrar este rito, sino que debe ser capaz de celebrar también el Novus Ordo (rito romano ordinario). Por último, es fundamental que la persona esté en plena comunión con el Papa Francisco y los obispos, reafirmando así la unidad con la Iglesia universal.
A lo largo de estas discusiones, se ha abordado con profundidad la importancia de la música sacra, la adaptación cultural dentro de la liturgia, la celebración de los ritos orientales y la regulación del rito romano antiguo. De estos temas han surgido varias reflexiones fundamentales para el enriquecimiento espiritual y la unidad dentro de la Iglesia.
En primer lugar, la música sacra ha sido reafirmada como un elemento esencial de la liturgia, el cual debe ser preservado y promovido con el debido respeto. Se destacó la importancia del canto gregoriano y de otras formas musicales tradicionales, subrayando que la música litúrgica no es un mero complemento, sino una expresión de la fe que debe elevar el alma y fomentar la oración. Asimismo, se hizo un llamado a la formación de los seminaristas en esta área, para asegurar el uso adecuado de los cantos en las celebraciones
En cuanto a la adaptación cultural, se reconoció la diversidad de expresiones musicales en distintas regiones, siempre y cuando se mantenga la solemnidad y el sentido litúrgico adecuado. Se destacó la necesidad de evaluar cuidadosamente cada canto para que su contenido doctrinal sea correcto y contribuya a la santidad de la celebración.
Sobre la celebración de los ritos orientales, se reafirmó que la Iglesia es católica en su diversidad de tradiciones litúrgicas. Se enfatizó que, en caso de que fieles de ritos orientales soliciten la celebración de su liturgia, debe garantizarse que se haga conforme a la auténtica tradición y en plena comunión con la Iglesia. Se tomó en cuenta la experiencia pasada en la comunidad, que evidenció la importancia de la supervisión y de un discernimiento cuidadoso para evitar abusos o tergiversaciones.
Finalmente, respecto al rito romano extraordinario, se concluyó que su celebración debe estar debidamente regulada y sujeta a autorizaciones específicas. Se insistió en la necesidad de formación rigurosa para quienes deseen celebrarlo, asegurando que se realice con el debido conocimiento del latín, la correcta ejecución de los ritos y el compromiso con la unidad de la Iglesia. Además, se estableció que las lecturas deben proclamarse en la lengua vernácula para facilitar la comprensión de los fieles.