BENEDICTVS, EPISCOPVS,
SERVVS SERVORVM DEI
Viernes, 26 de julio de 2024
Queridos Monseñores, Kevin Miranda, Nahim Ruiz y Nicolás Quintero,
Con gran alegría y gratitud en mi corazón, me dirijo a ustedes en este día tan especial para felicitarlos por su elección como líderes de la Conferencia Episcopal. Su dedicación y servicio a la fe son un testimonio inspirador para todos nosotros.
En este nuevo rol, les exhorto a mantener la paciencia y la humildad en todo momento. La paciencia nos permite escuchar y comprender las necesidades de nuestra comunidad, mientras que la humildad nos recuerda que somos siervos de Dios y de su pueblo. Estas virtudes son fundamentales para guiar a la Iglesia en estos tiempos desafiantes.
La paciencia nos enseña a esperar con confianza en el plan de Dios, incluso cuando las circunstancias parecen difíciles. Nos invita a confiar en que Dios tiene un propósito y un tiempo perfecto para todas las cosas. En nuestra labor como líderes de la Iglesia, es importante recordar que el crecimiento y la transformación requieren tiempo y perseverancia. La paciencia nos permite sembrar semillas de fe y esperanza, confiando en que Dios las hará crecer en su tiempo.
La humildad, por otro lado, nos recuerda que no somos los protagonistas, sino instrumentos en las manos de Dios. Nos invita a reconocer nuestras limitaciones y dependencia de Dios en todo momento. La humildad nos libera del orgullo y nos permite reconocer la dignidad y el valor de cada persona que encontramos en nuestro camino. Como líderes de la Iglesia, es esencial recordar que nuestro servicio es un llamado a servir a los demás con amor y compasión, imitando el ejemplo de Jesús, quien se humilló a sí mismo y se hizo siervo de todos.
En la Biblia, encontramos palabras de sabiduría que nos animan a cultivar la paciencia y la humildad. En el libro de Proverbios 16:32, se nos dice: "Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad". Esta enseñanza nos recuerda que la paciencia y el dominio propio son más valiosos que cualquier logro terrenal. Nos invita a controlar nuestras emociones y a actuar con sabiduría y prudencia en todas las situaciones.
Además, en el Evangelio de Mateo 23:12, Jesús nos enseña: "El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido". Estas palabras nos invitan a recordar que la verdadera grandeza se encuentra en la humildad y en servir a los demás con amor y compasión. Nos recuerda que el liderazgo no se trata de buscar reconocimiento o poder, sino de poner al servicio de los demás nuestros dones y talentos, con humildad y generosidad.
Queridos hermanos, les animo a que, en su labor al frente de la Conferencia Episcopal, sigan el ejemplo de Jesús, quien lavó los pies de sus discípulos como un acto de humildad y servicio. Que su liderazgo esté marcado por la compasión, la escucha atenta y la búsqueda de la voluntad de Dios en todas las decisiones que tomen. Que sean guías sabios y amorosos para todos los fieles, recordándoles siempre el amor incondicional de Dios y su llamado a vivir en comunión y servicio mutuo.
Recuerden que cuentan con el apoyo y las oraciones de la Iglesia y de todos los fieles. Que el Espíritu Santo los guíe en su labor y les conceda la sabiduría necesaria para enfrentar los desafíos que se presenten. Que su liderazgo sea un faro de esperanza y un testimonio vivo del amor de Dios en el mundo.
Con mi bendición apostólica y mi afecto paternal, les saludo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.