11 julio 2024

Mensaje al Clero sobre la Unidad y la firmeza en el ministerio


Queridos hermanos en el clero,

Con el corazón lleno de amor fraterno y la humildad que nos caracteriza como servidores de Dios, nos dirigimos a ustedes en este tiempo de reflexión y renovación espiritual. En medio de los desafíos y tribulaciones que enfrentamos como Iglesia, es vital recordar la importancia de mantener la paz y la unidad entre nosotros.

Como clero, somos llamados a ser ejemplos vivos de humildad y servicio, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo. En un mundo lleno de divisiones y discordias, es fundamental que permanezcamos unidos en el amor y la fraternidad que nos une como hermanos en Cristo.

Recordemos siempre la sabiduría de nuestros obispos, quienes han sido llamados por Dios para guiar y pastorear al pueblo de Dios. Su autoridad y liderazgo son un don que debemos acoger con gratitud y obediencia, confiando en que buscan siempre el bienestar espiritual de todos los fieles.

En estos tiempos de confusión y tentación, evitemos caer en la trampa de la división y la discordia que satanás intenta sembrar entre nosotros. Sigamos el consejo del Santo Padre, el Papa Francisco, quien nos exhorta a no acusar a la Iglesia ni a sus pastores, recordándonos que el oficio de acusador pertenece al diablo. En lugar de señalar con el dedo, abracemos con amor a nuestra Iglesia, reconociendo sus imperfecciones pero también su belleza y santidad como Cuerpo de Cristo en la Tierra.

Recordemos las palabras del Salmo 133:1, que nos dice: "¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!". Que en cada acción y palabra reflejemos el amor de Cristo, siendo testigos vivos de su misericordia y compasión. Que la humildad y la paz reinen en nuestros corazones y en nuestra comunidad, guiándonos siempre por el camino de la verdad y la caridad.

Que la paz del Señor, que sobrepasa todo entendimiento, esté siempre con ustedes y les fortalezca en su ministerio y en su vida de fe.

Dado en Roma, en la Ciudad del Vaticano, a once de julio del año del Señor dos mil veinticuatro.

 Mons. Jesús, Card. Ortiz
Prefecto del Dicasterio para el Clero