— 2025 —  

MISA PRESIDIDA POR EL OBISPO SIN QUE ÉL CELEBRE

341. Según la doctrina y tradición de la Iglesia, corresponde al Obispo presidir la Eucaristía en sus comunidades. Por ello, es sumamente conveniente que, cuando participa en la Misa, sea él quien celebre la Eucaristía.

342. Sin embargo, si por una causa justa él participa en la Misa pero no la celebra, conviene que, salvo cuando otro Obispo celebre, el Obispo diocesano presida la celebración, al menos presidiendo la liturgia de la Palabra y dando la bendición final al pueblo. Esto se aplica especialmente en aquellas celebraciones eucarísticas en las que tenga lugar algún rito sacramental, consagratorio o de bendición. En estos casos, se deben observar las normas que se describen a continuación:

343. El Obispo debe revestirse con amito, alba, cíngulo, cruz pectoral, estola y capa pluvial del color litúrgico correspondiente a la celebración. Normalmente, también usa la mitra y el báculo.

344. Le asisten dos diáconos, o al menos uno, con sus vestiduras litúrgicas. En ausencia de diáconos, lo asisten presbíteros revestidos con capa pluvial.

345. En la procesión hacia el altar, el Obispo camina detrás del celebrante o concelebrantes, acompañado de sus diáconos y ministros.

346. Al llegar al altar, el celebrante o los concelebrantes hacen una inclinación profunda, o, si el Santísimo Sacramento se encuentra en el presbiterio, hacen una genuflexión. Luego suben al altar, lo besan y se dirigen a sus respectivos asientos.

347. El Obispo entrega el báculo a un ministro y se quita la mitra; junto con los diáconos y sus ministros, hace una inclinación profunda ante el altar, o una genuflexión si el Santísimo Sacramento está presente. Luego, sube al altar y lo besa.

348. Si se usa incienso, el Obispo inciensa el altar y la cruz de la manera habitual, acompañado por dos diáconos.

349. Luego, se dirige a la cátedra por el camino más corto, acompañado de sus diáconos, quienes permanecen a su lado para asistirlo durante la celebración.

350. Desde el inicio de la Misa hasta el final de la liturgia de la Palabra, se siguen las normas establecidas para una Misa presidida por un Obispo.

351. Después de la oración universal, o tras la celebración del rito sacramental, consagratorio o de bendición, el Obispo se sienta y se pone la mitra. El diácono y los ministros preparan el altar como es costumbre. Si los fieles presentan sus ofrendas, estas son recibidas por el celebrante de la Misa o por el Obispo.

352. A continuación, el celebrante hace una inclinación profunda al Obispo y se dirige al altar para comenzar la liturgia eucarística según el ordinario de la Misa.

353. Si hay incensación, el Obispo es incensado después del celebrante. Se quita la mitra y se pone de pie para recibir la incensación; en caso contrario, se levanta solamente después de la invitación Orad, hermanos, y permanece de pie en la cátedra hasta la epíclesis en la plegaria eucarística.

354. Desde la epíclesis hasta la elevación del cáliz, el Obispo se arrodilla en dirección al altar, en un reclinatorio preparado para él, ya sea delante de la cátedra o en otro lugar más adecuado. Luego, se pone de pie nuevamente y permanece en la cátedra.

355. Después de la invitación del diácono Hermanos, daos la paz, el Obispo da la paz a sus diáconos.

356. Si ha de comulgar, el Obispo toma el Cuerpo y la Sangre del Señor en el altar después del celebrante.

357. Mientras se distribuye la sagrada Comunión a los fieles, el Obispo puede sentarse hasta el inicio de la oración después de la Comunión, la cual pronuncia de pie, ya sea en el altar o en la cátedra.

358. Terminada la oración, el Obispo imparte la bendición al pueblo. Uno de los diáconos asistentes despide a la asamblea.

359. Finalmente, el Obispo y el celebrante veneran el altar con un beso, como es costumbre. Tras realizar la debida reverencia, todos se retiran en el mismo orden en el que llegaron.

360. Si el Obispo no preside según lo descrito anteriormente, participará en la Misa revestido con vestiduras corales y se ubicará en un lugar adecuado, distinto de la cátedra.

361. Presidir una Misa celebrada por otro Obispo es un privilegio reservado al Romano Pontífice.