Querida comunidad eclesiástica,
Es un honor dirigirme a ustedes para compartir algunas reflexiones importantes sobre nuestra participación en las celebraciones litúrgicas.
En primer lugar, quiero expresar mi agradecimiento por su constante presencia en estos momentos sagrados que compartimos como comunidad. Como parte de nuestra búsqueda de una experiencia espiritual más plena, deseo recordar la importancia de ciertos aspectos que contribuyen al respeto y la armonía en nuestras celebraciones.
La puntualidad al ingresar a las misas, especialmente para aquellos que concelebran, no solo es un acto de cortesía, sino también un gesto que honra la sacralidad del evento. Los exhorto a participar de manera activa en cada parte de la misa, incluyendo el acto de contrición, ya que cada voz y presencia enriquecen nuestra vivencia comunitaria.
Además, les animo a comprometerse a permanecer durante toda la misa. Esta actitud fortalece la cohesión espiritual de nuestra comunidad y demuestra un profundo respeto por la liturgia.
Entendemos que pueden surgir circunstancias imprevistas, pero es esencial recordar que, para preservar la integridad de nuestras celebraciones, el no cumplimiento de estas pautas podría conllevar sanciones. Agradezco de antemano su comprensión y colaboración, elementos fundamentales para construir un ambiente respetuoso y participativo en nuestras celebraciones litúrgicas.
Que la paz y las bendiciones iluminen cada uno de sus caminos.
Emitido en Roma, en la Ciudad del Vaticano, a los veinticinco días del mes de diciembre del año del Señor dos mil veintitres.